El planeta Saturno es el señor de la maestría. A través de Él llegamos a la disciplina (de discípulo) a la paciencia o persistencia que nos permite logros insospechados. Dicen los orientales que la paciencia es amarga pero sus frutos son dulces.
Saturno es el planeta de la espera pero no espera pasiva, sino merecida por haber hecho lo correcto en el tiempo adecuado.
Lo que con Saturno debemos evitar es llegar a los estados que en yoga se llaman tamásicos, es decir, la inercia y la pereza; ésto se puede conjurar con el Pranayama que sin exigir de nosotros grandes despliegues vitales nos llena de energía hasta entonarnos con la labor entre manos y si le añadimos la meditación en la cual Saturno es un maestro entonces estaremos en la verdadera maestría. Eso es lo que Saturno quiere enseñarnos.
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